Partida de Ajedrez: Borges-Walsh
Por Juanjo GuidiLa lectura siempre invita a los laberintos de la incertidumbre, la apasionante y embriagante sensación de navegar en un océano de palabras, que nos propone viajar a un universo inesperado de sorpresas inimaginables.
Por ello siempre es bueno ingresar a las lecturas sin prejuicios y predispuestos a adentrarnos en el juego maravilloso del lenguaje construído a partir de las palabras, y, así, poder disfrutar del producto y del autor.
El periodista, poeta, escritor y afortunadamente amigo Claudio García, escribió un artículo hace unos días que sugiero su lectura a cerca de aquello que nos acaricia el alma, de intentar vivir de lo aparentemente intangible. http://appnoticias.com.ar/app/
Y agrego tomándome de ello, de algunas citas bellas de Serrat y otros autores que menciona Claudio. Como en el caso de Marx, la permanente cita a los estados de consciencia, o Karel Kosic y la cotidianeidad surgente y dinámica.
A la pregunta sobre la utopía y para qué sirve o, el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad graciano.
Dosis de ejercicio intelectual, que en muchos casos también ha contribuido a la base de sustentación de argumentar la teoría y consolida de alguna manera este amor por la lectura. Significa leer, el despertar a otros mundos seguramente, al ingreso de nuevos universos, teorías, pensamientos.
En lo personal, la lectura y, sobre todo, la re lectura,me permitió redescubrir con otra mirada realidades y momentos históricos no solo de mi contexto local, refiero país, sino universal. E incluso percibir a los autores que, visitados en mi juventud con cierta devoción por unos y a otros con prejuicios por sus posiciones políticas. Hoy, con los años, los alcanzo desde sus obras literarias, porque mi recorrido también se ha modificado y eso gracias a la lectura, que es también un poco lo que menciona Claudio en su artículo.
Permítase agregar a estas ideas conjeturales de la pasión por la lectura y de aquello que subjetivamente no alcanzamos por diversas circunstancias como menciona Lepovestky en la » Era del Vacío.» Una interesante relación que encontré entre Jorge Luis Borges y Rodolfo Walsh con el ajedrez. No es que sea original, el encuentro, sinó que me surgió del juego la apasionante sincronicidad en el uso de estilos para contar los momentos determinados desde los movimientos del juego ajedrecistico.
Conocida es la relación de Borges con su forma triangular y matemática de escritura, sólo conocía de sobrevuelo por prejuicio un poema sobre el ajedrez.
De Walsh su aficción a este juego, uno ka percibe en “Operación Masacre” y “Quién Mato a Rosendo.”
En una biografía muy interesante sobre “Paco” Urondo, autoría de Adriana Hidalgo, encontré sendos reportajes de Urondo a Walsh y Borges que intrigaron la curiosidad sobre el ajedrez en Borges y Walsh.
Lo apasionante de la lectura es esto que mencionaba al principio, reprogramar la mente, viajar, entrar en el pensamiento de todas los autores que plasmaron sus ideas y navegar ahí, hacerles preguntas, dialogar con ellos, retroalimentarnos. Esa maravillosa manera de ir a otros mundos.
Lo bueno de ello que al cabo del paso de los años vas cambiando las perspectivas y también la mirada, no es la misma la que uno tenía en la adolescencia o juventud que en la edad adulta. Por lo tanto releer un libro que has leído a determinados años, con la experiencia vivida, e inclusive con los cambios de proceso que posiblemente se hayan producido en la propia vida del autor también será diferente como resuene. Quizás tenga la posibilidad de una nueva edición o agregados.
Dicho esto y retomando a Walsh y Borges , estaban literalmente o técnicamente unidos.
Para descifrar una imagen o una escena en el caso de Rodolfo Walsh, lo esencial de la existencia de un personaje es típicamente borgeano, aún cuando para para Borges sea un recurso que provenga del Dante y si no es posible quizá que ese mecanismo rastrearlo en Homero. Walsh también procede así en reiteradas ocasiones, por ejemplo cuando nos presenta a Díaz uno de los fusilados, sobrevivientes de León Suárez, “en un momento juega al chichón y en otro ronca”. Son instantáneas que pueden resumir la vida de un hombre.
Borges, no es mi escritor favorito, tengo otros, me incomodó mucho durante años, mas por una cuestión de prejuicio que de exquisitez de su pluma. La estupidez de la frontera mental, la peor de todas ante el talento creador. Mis preferencias fluctúan y por suerte mucho con el tiempo.
Lo que si puedo afirmar, que ningún autor me complejizó y acompaño desde la entrada juventud. Aunque lo dejé de leer un tiempo por las razones expresadas. Luego volví y con otra perspectiva, lo leo y lo releo, lo he encontrado en las apasionantes lectura y conferencias de Eco, que han hecho que lo parafrasee. Borges me impacta, me enseña, ilumina y leerlo confieso aún hoy me hace feliz.
Me invita y nos invita a jugar en su laberinto, en el juego de ajedrez. Ese laberinto de noches oscuras. Su poema conjetural es de una exquisitez brillante. No era un apasionado del juego pero su táctica y artilugios se connotaban en sus poemas y escritos.
Leo y escucho su discurso de asunción en la biblioteca Nacional en el 1955, no me resuena como lo hubiera escuchado cuando tenía veinte. Se siente con el paso de los años y detenidamente palabra por palabra un contenido de la circunstancias del juego ajedrez. ”Se conjetura que nuestra memoria es total y que cada hombre está en posesión de todo su pasado y que, dado el estímulo necesario, puede recuperar cada imagen, cada línea leída, cada matiz de la angustia o de la esperanza. Del cerebro humano se ha escrito que es como un palimpsesto en el que se superponen infinitas escrituras. Parejamente, todo está en la vasta Biblioteca, y el arte de la escuela que inauguramos hoy consiste precisamente en su virtud de encontrarle todo, en esa virtud que hace de las bibliotecas no colecciones muertas, sino de libros vivos, capaces de inspirar y dirigir los trabajos del hombre.” Está el jugador.
En otro poema de los dones, junto al “Laberinto de los efectos y de las causas; la diversidad de las criaturas; el amor, que nos deja ver a los otros/ Como los ve la divinidad, y el sueño y la muerte/ Esos dos tesoros ocultos”, no habrá de faltar “el geométrico y bizarro ajedrez”. Al seleccionar quiénes integran la lista de Los justos (“Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”) incluye, además de, por caso, “El que prefiere que los otros tengan razón”, a “Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez”
Volviendo a Walsh, no sólo hay indicios en su obra que el ajedrez formaba parte de su vida.
Lilia Ferreyra, la última compañera de Rodolfo , quien compartiera con él la experiencia en el peronismo revolucionario hasta los trágicos días finales. Expresó en algún momento en artículos periodísticos y documentales, que el autor de Operación Masacre, le gustaba mucho el ajedrez y que ella en algunos momentos de la relación, quiso aprender a jugar al ajedrez e hicieron algunas partidas desalentadoras porque la diferencia entre la principiante y el maestro era abismal. Tal parecía ser la diferencia de nivel que optaron por iniciarse juntos en el aprendizaje de otro juego, otro ajedrez, claro, no podía intervenir el azar, se trataba del ajedrez chino: el go. Pero en este juego Rodolfo también obtenía siempre alguna ventaja y, decía Lilia, al terminar la partida no podía evitar analizar cómo había sido su desarrollo: “Te demorás en comer una pieza. Es una jugada táctica en el vacío porque al mismo tiempo no vas previendo tu ubicación futura en todo el tablero. Ganar así en un momento del juego no lleva a ganar la partida. Lo peor es seguir empecinado con una pieza sin darse cuenta de que ya se está derrotado”.
Estas críticas Walsh se las hizo a las cúpulas de Montoneros. Los tableros se confunden y se funden. Así se llega así al punto más alto del drama. Como si fuera el fin de un espiralado recorrido desde afuera hacia el centro donde convergen densamente juego, biografía e historia. De las muchas conversaciones que surgen en las noches clandestinas de go va prefigurándose el esquema de la Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. Fin de las palabras para decir a Walsh. Caduca cualquier posibilidad de metáfora y cualquier intento de definición. Todo lo desborda ese último acto de valentía. La carta tiene fecha del 24 de marzo de 1977. Al día siguiente lo asesinan. Su cuerpo permanece desaparecido.
No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y jornada también el jugador es prisionero.
La sentencia es de omar y de otro tablero De negras noches y de blancos días Borges y Walsh hicieron tablas, en su hermosura y belleza de escritos, nos invitan a la partida donde estén juegan, escriben y nosotros releemos y nos entusiasma ir por Quintana, Sábato, Gelman, Cortazar, la literatura entre reyes y peones, la imaginación fascinante de alcanzar por medio del juego, aunque sea un instante como dice el «nano» Serrat «aquello que no tuve y nunca tendré.»
Por Juan José Guidi
Sociólogo – Periodista