“El odio no está en la calle, si en los discursos”

El 29 de septiembre pasado se cumplieron 73 años del desafuero de Ricardo Balbín, quien luego terminara además preso en la cárcel de Olmos. ¿El motivo? Pensar distinto. Y no fue durante un gobierno de facto, sino en uno elegido por el pueblo, en plena democracia, en 1949. Muchas cosas ocurrieron luego, golpes de estado,… Ver artículo

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El 29 de septiembre pasado se cumplieron 73 años del desafuero de Ricardo Balbín, quien luego terminara además preso en la cárcel de Olmos. ¿El motivo? Pensar distinto. Y no fue durante un gobierno de facto, sino en uno elegido por el pueblo, en plena democracia, en 1949.

Muchas cosas ocurrieron luego, golpes de estado, persecuciones, violencia, vuelta a la democracia, y nuevamente la violencia, los desaparecidos, la Guerra de Malvinas, hasta que por fin llegamos a 1983, año bisagra en la historia moderna de nuestro país.

Por suerte, el año que viene cumpliremos 40 años de democracia ininterrumpida. Con vaivenes, sobre todo en materia económica, es cierto, pero siempre estando a derecho, con la Constitución plenamente vigente.

Traigo al recuerdo el desafuero de Balbín, porque justamente fue un gobierno del partido de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner el que apresó a alguien por pensar distinto, en un atropello fenomenal de la libertad de expresión, y de las libertades individuales de cualquier estado de derecho.

Si traspolamos esa situación al día de hoy, podríamos decir que el gobierno de Juan Perón inauguró los discursos del odio, tanto es así que pasó al acto de privar de la libertad a otro, por el solo hecho de no pensar como uno deseara.

Hoy, el mismo partido intenta, también desde el poder –porque recordemos que son gobierno-, censurar a quienes pensamos distinto, con la excusa de los discurso del odio. Claro que habría que ser justos con Perón, y decir que el contexto de hoy es muy distinto al de mediados del siglo pasado.

Si dejamos de lado todos los discursos que circulan en la calle, en los medios o en las redes, quedan sólo los hechos. Y los hechos marcan que hay un proceso judicial contra la ex presidenta Fernández de Kirchner, totalmente a derecho, donde un fiscal ha pedido una determinada pena, y que ahora serán los jueces, siempre de acuerdo a la Constitución, los que deberán decidir. Lo mismo que pasaría con cualquiera de nosotros que estemos denunciados y procesado por algún delito.

Y a partir de esto, la Vicepresidenta le ha dicho a toda la sociedad, que no va a aceptar ninguna decisión de la justicia, por el sólo hecho de ser una líder política con cierto apoyo popular. Un atropello en sí mismo a todas las instituciones de la República. Y esa actitud es mucho más violenta que una palabra o una frase.

Y como corolario, el senador también oficialista, José Mayans, extorsiona a la sociedad diciendo que sólo habrá paz social si se detiene el juicio a Cristina. Más claro, imposible.

En cuanto al atentado fallido contra la ex Presidenta, también hay que decir que nunca estuvo en peligro la democracia, o la libertad. Hubo, es cierto, negligencias por parte de la seguridad, pero los responsables ya están presos, y ahora el proceso judicial deberá develar cómo fueron los acontecimientos.

Quiero decirle a la Vicepresidenta y al resto del kirchnerismo, que la violencia política no está en la calle, no está en los medios, no está en el espíritu de la Justicia, sólo existe en los discursos de la dirigencia política.

La gente está preocupada por otras cuestiones más urgentes, como la situación que atraviesa el país, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza, la inflación galopante que golpea a cada uno de los hogares de la Argentina, la inseguridad, y tantos otros problemas que este Gobierno no ha podido solucionar.

Es hora de gobernar y ser más responsables, los argentinos necesitan tranquilidad, certezas, y sobre todo, paz. No necesitan sobreactuaciones que lo único que buscan es desviar la atención de la realidad.